La
previa
Nosotros tuvimos la suerte de ver
este film en el 26 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en
su estreno, con el director y los actores presentes. En esa ocasión la película
fue la ganadora de la Competencia
Argentina.
La oportunidad de volver a verla se
dio en el marco del BARS 13, Festival Buenos Aires Rojo Sangre. La película se proyectaba en la sección
“Argentina año verde” que reunía a las más significativas películas de género
que se habían hecho durante el año en Argentina con apoyo del INCAA. El BARS es
un festival tradicional que reúne desde hace más de una década a lo más
independiente del cine argentino, su cine de género. Fecha ineludible para todo
fanático del fantástico y el terror, lugar de reunión de todas las voluntades
que luchan día a día por hacer cine de género en nuestro país, el BARS es una
“institución” que congrega todos los años grandes cantidades de público que
saben lo que quieren y lo encuentran gustosos. Como desde hace ya unos años la
cita se da en el complejo de cines Monumental de la calle Lavalle, unas salas
que están lejos de deslumbrar por sus cualidades técnicas pero que le brindan
al BARS el espacio cada vez más grande que ha ido demandando.
Una larga cola nos esperaba para
ingresar a la sala. Algunos zombis que venían de la Zombie Walk, evento
asociado al BARS y que había tenido lugar durante una tarde con mucha humedad
calor y algo de lluvia. Como siempre y recordando los días del Festival de
Sitges las remeras negras y los tatuajes son una suerte de marca de estilo
resaltaban en los asistentes a la función.
El marco era inmejorable pero la
sala no ayuda en lo más mínimo. Una suerte de parlante desconado atormenta a
los espectadores con un pitido constante. Parte del equipo de la película que
se encontraba presente en la sala corrió a la cabina de proyección para ver si
se podía solucionar el inconveniente. No lo lograron. De todas maneras la
película es lo suficientemente buena como para sobreponerse incluso a las
inclemencias tecnológicas. A los pocos minutos estábamos nuevamente inmersos en
la película. Que bueno para nosotros.
La
historia
Marcos (Juan Palomino) es un
boxeador apodado el Inca del Sinaí que vive
atormentado por su pasado. El día que se dispone a recomponer su relación con
su novia termina siendo involucrado por su primo Huguito (Sergio Boris) en un
encadenamiento de situaciones cada vez más extrañas y violentas.
Acorralado, Marcos deberá
recomponerse y saldar cuentas con su pasado para poder sobrevivir y salvar a su
primo de la siniestra trama en la que los ha involucrado a ambos.
El relato
En el transcurso del Festival de Mar
del Plata del 2011 logramos entrevistar a Nicanor Loreti y parte de su equipo
(links al final de la reseña), que nos contaron que la historia de Diablo
surgió a partir de una anécdota que circuló en las noticias mexicanas. Se decía
que un enmascarado andaba regalando plata por los barrios bajos y la gente no
dudaba en asegurar que era el mismísimo Diablo. Loreti escribió un primer
tratamiento del guion con esta idea como punto de partida y convocó al
guionista Nicolás Galvagno quien terminó de dar forma al guion de la
película. Con la idea de realizar la película de forma independiente en caso de
no conseguir financiación del INCAA se dedicaron a confeccionar un guion solido
y realizable pero que a la vez no renunciara al espíritu de la película que querían
hacer y el género al que querían que adscriba. Esto benefició ampliamente a la
película y se ve a cada paso del metraje como por ejemplo en la concentración de locaciones y la solidez y
funcionalidad de la acción dramática. Por suerte para el equipo y para los
espectadores, Diablo consiguió la financiación como Opera Prima y hoy podemos
disfrutarla con todo el brillo que se merece.
Comedia negra, suspenso y acción al
mejor estilo ochentero, Kato el ninja blanco incluido, alternan con armonía dentro de Diablo. Y así
como en el conjunto también funcionan en lo individual, la película produce
risas, intriga y vértigo y nos deleita con una de esas rarezas esquivas dentro
del cine argentino, tiene un final con vuelta de tuerca.
Las actuaciones son de primera, Juan
Palomino sorprende, ya que está asociado al rol de galán de telenovela, que es
como se lo conoce habitualmente, y acá se despacha con un boxeador reo, medio
venido a menos y completamente inolvidable. Judío de vientre de padre peruano,
peronista e hincha del Funebrero, el Inca
del Sinaí es un personaje nacido para perdurar en el imaginario
cinematográfico argentino. Sergio Boris como Huguito es fenomenal, que bueno
poder ver a estos actores fuera de la norma que les atribuyó siempre el nuevo
cine argentino, donde hacían papeles totalmente grises que nos les permitían
desplegar su potencial.
También se destacan en papeles
secundarios muy meritorios Luis Ziembrowski
que encarna un policía fanático del Inca
del Sinaí y Luis Aranosky que lleva adelante el papel de un lumpen,
aparentemente socio de Huguito, que responde al apodo de Café con leche.
Las locaciones se dividen en dos, la
casa de Marcos donde acontece la mayor parte del relato y un viejo galpón donde
se reúnen los villanos de la película. La puesta en escena saca máximo provecho
de la locación de la casa, valiéndose de los múltiples espacios que la componen
y sus conexiones para generar suspenso o coreografiar la secuencia del tiroteo.
La fotografía es muy buena así como
el tratamiento del color y la factura de la imagen. El trabajo con la cámara es
muy clásico pero no exento de virtuosismo como puede verse en el largo plano
secuencia con el oficial Fridman o bien en la escena del baño con su reducido
espacio.
La banda sonora no se pudo apreciar
bien del todo por los déficits en la sala que mencionamos más arriba.
Se nota el cuidado y la búsqueda en
cada uno de los apartados de la película ya sean técnicos o narrativos
ofreciendo entretenimiento de primer nivel. Es muy gratificante encontrarse con
un film que ha sido pensado para el público, con respeto y dedicación; parece
una obviedad pero esta lejos de serlo, este tipo de películas son algo fuera de lo común,
dentro del cine argentino. Desde hace un tiempo están viéndose más películas de
género en la producción nacional,
películas que se dejan ver con mucho entusiasmo. Aballay, el hombre sin miedo (Spiner, 2010), La plegaria del Vidente (Calzada, 2012), De Caravana (Ruíz, 2010),La memoria del muerto (Diment, 2011)
dan cuenta de un cine argentino que sale de lo habitual, para animarse a
entretener al público.
Luego de una larga espera Diablo
tendrá su merecidísimo estreno comercial el 6 de diciembre. Nosotros volveremos
a estar ahí, la película lo merece y va a necesitar de una excelente primera semana
para asegurarse trayectoria en cartelera ya que la semana siguiente se estrena El Hobbit (Jackson, 2012) que va a
cooptar salas desaforadamente. Si nuestra reseña y entusiasmo los contagió
aunque sea un poco, acérquense a ver Diablo en su primer semana, no se van a
arrepentir.
Entrevista
a Nicanor Loreti (director), Nicolas Galvagno (guionista) y Javier Diment
(productor) durante el 26 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata:
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