jueves, 1 de noviembre de 2018

Tapando el sol con la mano

Se trata de un estreno que viene realizando un recorrido con éxito, tres premios en el 66 Festival Internacional de Cine de San Sebastián: mejor director, mejor actor a Darío Grandinetti y mejor fotografía. Repasar la entrega de premios recuerda que la cultura es un espacio de libertad de expresión, el director mencionó el rumbo truncado de la cultura en la Argentina de hoy y Pedro Sotero DF brasileño pidió por la libertad a Lula da Silva. Darío Grandinetti mencionó cuán importante es la jugada del director al retratar la etapa de nuestro país que fue la antesala de una tragedia en momentos en que el mundo gira a la derecha, Benjamín Naishtat pone su aguda mirada en la gran previa al último golpe cívico militar en la Argentina. La temática de los crímenes de última dictadura y de la triple A han sido temas muy trillados en la filmografía nacional. Una gran cantidad de películas dedicadas al tema literalmente y también poéticamente genera una cierta resistencia frente a cada nueva entrega, al menos a esta cronista. Es deuda entonces destacar la mirada lúcida de Naishtat, que elige contar una historia en este contexto con una propuesta original, narrando de manera metafórica y jugando a citar la cinematografía de la década del 70’ a través de sus recursos formales.
En un pueblo del interior desaparece una persona, situación de la cual el espectador es testigo. Claudio (Darío Grandinetti) el abogado protagonista del film resulta involucrado y la familia de la víctima (Daniel Cremonesi) contrata a Sincler, el investigador más prestigioso del momento (encarnado por Alfredo Castro) para resolver el caso.

Una  mención especial para Daniel Cremonesi como el actor del momento desde Kriptonita (Loreti, 2015) en adelante, pasando por El Marginal (Ortega, 2017) y Un gallo para Esculapio (Ortega-Stagnaro, 2017) series televisivas que sin dudas lo hicieron conocido ya que gracias a la última fue galardonado como actor revelación en junio de este año. También formó parte del elenco de El Potro, lo mejor del amor (Muñoz 2018). Aplausos para Cremonesi que en esta peli desarrolla un rol pequeño pero fundamental y muy difícil por el momento breve para la gran explosión que deja en escena.


Darío Grandinetti es ya todo un duro del cine nacional, ha pasado por todo tipo de roles, eso hace que construya por momentos casi una empatía, lograda con la maestría de un actor que deja todo en su interpretación, que se atreve a ser miserable y coqueto como contrapartida, mientras lo patético hace que las estructuras del respetado abogado del pueblo se desarmen completamente. El investigador es sencillo pero implacable, la mano dura de la dictadura pinochetista. Una sola pregunta suya descompone, implosiona la vida de Claudio. Sincler es bueno en su oficio pero deja ver su lado oscuro también y esto es interesante porque Naishtat compone personajes que escapan al maniqueísmo tradicional, intentan hacernos cómplices de la veta que los une por encima de todo, eliminar la amenaza del comunismo.


En cuanto a lo formal, la fotografía es maravillosa, acompaña la caída en desgracia del protagonista destacando sus estados que van siendo cada vez más inestables, el rojo sangre, el rojo de eclipse, el rojo de un pus a punto de estallar. El recurso del zoom como cita por ser un recurso en desuso marca la presentación de personajes, el abogado y el forastero al estilo duelo. El tratamiento de imagen, los colores, el grano del cine de los '70 en homenaje.


El film trabaja con un montaje alterno entre el realismo casi documental y la alegoría poética, armando estos dos niveles para desarrollar el relato. La desaparición de una persona al inicio del film versus la hija del abogado preparando el rapto de la cautiva para una muestra teatral. La actitud de los espectadores marplatenses frente a un eclipse, por un lado un equipo de pibes con la remera del mundial 78’ juega al fútbol en la playa sin registrar el cambio de color del cielo, por el otro los que tienen los anteojos y están mirando el fenómeno. Los hechos que acompañan la trama enhebran crímenes sobre los que no se dice nada -la apropiación de objetos de una vivienda- que hacen que se forme un increscendo ensordecedor a la hora de pensar en lo que significa callar para una sociedad. La confección de un armado que va dejando estela de los horrores. La violencia está presente desde la propaganda de caramelos Bonafide que finaliza con disparo a cámara hasta el discurso de la profesora que proclama vivir en un país donde cada uno pueda trabajar tranquilo son todas formas de la violencia, del que la ejerce envalentonado por la oscuridad reinante.
La gran alegoría que recorre toda la película es la democracia herida de muerte mientras se acomodan los hilos de la noche que va a atravesar el país, donde vale todo hasta apropiarse de los hijos de otros. La veo o no la veo Si estás buscando pasar un rato de entretenimiento no va por ahí, es un film para reflexionar y para pensar. Interesante, dado a la relectura y que busca y logra no dejar indiferente a ningún espectador. No es “otra película sobre la dictadura” aunque no escapa a esto que ya es a todas luces un género dentro del cine nacional, aporta una mirada genuina e interesante, recomendable incluso para los que no son muy afectos a este tipo de películas.








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