Dark (Barab bo Odar, Jantje Friese, 2017-2020- Netflix)
por Ariel Zylberberg
(Esta nota contiene spoilers)
(Esta nota contiene spoilers)
Me dispuse a ver “Dark” por
sugerencia de un amigo, conocedor de mi fanatismo por la saga de
“Volver al Futuro”. Una fascinación que supera ampliamente mis
diferencias con la matriz ideológica-filosófica que subyace en esas
películas. Pero, ya lo sabemos, lo cortés no quita lo
valiente... La primera película me impactó profundamente. Entre
otras (varias) cosas, porque era la primera vez (en el audiovisual, y
al menos para mí) que se abordaba la paradoja que suscita un viaje
al pasado (paradoja que solo se plantea cuando se viaja al pasado, y
no cuando se lo hace hacia el futuro). Hasta ese momento, solíamos
ver series o películas (“El Tunel del Tiempo”), en las cuales
los protagonistas viajaban al pasado, alteraban los hechos históricos
y volvían, sin que nada hubiese cambiado en su presente. En “Volver
al Futuro” se plantea el concepto de que si se modifica el pasado,
las consecuencias se proyectan hasta el presente.
Por considerar que el tema ya había
sido desarrollado - y de alguna forma, agotado - por la película de
Zemekis, y que lo que vino después no había aportado mucho al
debate, desconfiaba un poco de lo que pudiese sumar “Dark”. Pero
la serie me atrapó desde el primer capítulo. Seguramente por la
belleza de las imágenes, la excelencia interpretativa de los actores
y actrices, la hermosura de la musicalización (aunque nunca entendí
por que todos los temas utilizados eran en inglés). Pero
fundamentalmente, por la forma magistral en que se va administrando
la información y se va introduciendo el misterio: el suicidio de
Michael, la desaparición de Mikkel, la aparición de Mads. Y luego
el primer viaje al pasado, el de Jonas. Y luego, el de Urlich. Y
entonces la angustia me asoló. Y acá necesito hacer un excurso:
En “Volver al Futuro” subyace un
concepto (nunca se explicita, pero se desprende del planteo) que
consiste en que cada vez que un personaje viaja al pasado, se genera
una dimensión paralela: el mundo de donde proviene el personaje es
uno, y uno nuevo se genera por la mera irrupción de ese personaje en
el pasado. Más allá de la advertencia del Doc, y aunque Marty no
haga absolutamente nada que pueda alterar el pasado, su sola
presencia en 1955 ya lo está alterando, y generando otro mundo. Uno
nuevo en el cual, y en virtud del llamado Efecto Mariposa,
inexorablemente millones de mariposas agitarán sus alas de manera
diferente... Por ello, en el final de la película, Marty volvía a
un 1985 distinto, en el que existía otro Marty, (quien en ese
momento se está transportado en el tiempo (¿a 1955?), generando un
nuevo mundo, con un posible nuevo Marty, y así hasta el
infinito...). Pero nada se decía sobre lo que había sucedido con el
mundo original, aquel en el que su padre George era un perdedor
sometido. Uno podía suponer que aquel mundo había sido anulado por
su intervención en 1955 (un concepto que se plantea en “Terminator
5: Génesis”: las nuevas líneas de tiempo anulan las anteriores).
Pero, de ser así, el Marty original debería haber desaparecido
junto con su mundo, y no hubiese podido irrumpir en el nuevo, al que
si pertenece el Marty B.
En fin: la serie avanzaba, y todas
estas paradojas se disparaban. Y mi angustia crecía. Más allá de
los viajes al pasado y sus implicancias, otras cuestiones no
cerraban: ¿Por qué se insiste con que el suicidio de Michel es lo
que desata todo, cuando claramente no es disparador de la
desaparición de Mikkel? Si el pasaje que utilizan Jonas y Urlich
para viajar en el tiempo estaba abierto desde 1953, ¿para qué
cuernos Claudia y Noah hacen sus propias máquinas del tiempo? ¿Y
para que Adam manda a Noah a construir el pasaje, si en 1920 ya ha
construido la máquina del tiempo que utiliza la Partícula de Dios?
Y con la 2º temporada aparecen los viajes al futuro, y en el futuro
también tienen la máquina de la partícula de Dios, y los viajes ya
no son en ciclos de 33 años (Jonas va de 2053 a 1920)... Un final a
la Lost amenazaba desde un futuro no tan incierto...
Dark pertenece a un grupo de series del
que “Lost” es su epítome desgraciado. Un subgénero en el que la
tensión y la atención se traccionan desde el final: se plantea una
historia con huecos, incongruencias, cosas que no cierran. Pero el
espectador continúa viéndola bajo la promesa de que al final, todo
se explicará. “Dark” no decepciona: la resolución es
inteligente, apropiada.... y de una manera original salda todas las
incongruencias.
En el último capítulo de la segunda
temporada se establece la existencia de un mundo paralelo. En ese
momento tuve la certeza de que se lo iba a explicar a partir de aquel
concepto de “Volver al Futuro”. Pero si se intenta aplicar a
“Dark” la idea de que cada viaje al pasado genera un mundo
paralelo, mnnn...: la cantidad de mundos paralelos se volvería
incuantificable. ¿De cuál de ellos provenía la “Martha B” que
se nos presenta en ese último capítulo? ¿Cuántas otras Martha
podría haber? ¿Cuántos Jonas?
Afortunadamente, la explicación no
vino por ese lado. De hecho, durante los primeros capítulos se lo
plantea de manera axiomática: el Mundo B existe, y ya. Y por alguna
razón, el Mundo A y el Mundo B se han cruzado. Más adelante se nos
explicará la razón de ese cruce: el “Sin Nombre”, un personaje
que por haber sido engendrado por Jonas y “Martha B”, su sola
existencia implica el vínculo entre los 2 mundos.
En este mundo B, los acontecimientos y
las personas están ligeramente cambiados, como corresponde
(“millones de mariposas...”): No existe Jonas. Mikkel no ha de
viajado en el tiempo (de ahí la imposibilidad de que exista Jonas).
Katerhina está separada (infelizmente). Regina murió hace años (de
cáncer)... Peter no es psicólogo, y es cura (pero en ambos mundos
parece tener la misma preferencia sexual). Hannah está en pareja con
Urlich (quien en este mundo tampoco le dice que la ama). Y también
hay viajeros del tiempo, con lo cual la complejidad del entramado de
acontecimientos de este otro mundo se vuelve también insondable.
Esa complejidad creciente me generó cierto hastío con el correr de los primeros capítulos de esa última
temporada: Cada vez más gente viajaba en el tiempo, cruzaba de un
mundo a otro, un personaje nacido en 1950 pare a otro nacido en
1920... Encima, más adelante se incorpora el concepto de que en cada
encrucijada, hay dos resoluciones posibles (Martha B se encuentra con
Jonas / Martha B evita encontrarse con Jonas). Se había planteado el
concepto de tiempo circular (“el principio es el fin, y el fin el
principio”) pero: ¿cuando empezaba el ciclo? A medida en que la
serie se desarrolla, suceden escenas que se remontan cada vez más
atrás en el pasado: en la 1º temporada se retrocede hasta 1953, en
la 2º, hasta 1920, y en la 3º hay escenas datadas en 1880... ¿Y
cuáles son los límites espaciales de ese nudo: comporta solamente a
Winden, o es un universo completo el que se replica y repite sin
cesar? Sinceramente no sé hasta qué punto la serie es rigurosa con
esas implicancias. Ni siquiera me animé a intentar chequearlas.
Resultaba una tarea abrumadora...Y es entonces donde la resolución
que propone la serie es... cuando menos liberadora: porque en
realidad, NO IMPORTA LA COHERENCIA INTERNA DE ESOS 2 MUNDOS, NO VALE
LA PENA ESFORZARSE EN CONSTATARLA.
En el 7º capítulo nos enteramos que
esos 2 mundos son alternos a lo que podríamos considerar el “Mundo
Real” (aunque nunca se lo nombra así). Y que un experimento que
Tannhaus realiza allí, en 1986 para viajar al pasado y salvar a su
familia de una tragedia sucedida en 1971, fue lo que los generó. Por
lo tanto, no son más que una especie de Limbo, una suerte de
Aberración Bifronte (¿las imágenes simétricamente caleidoscópicas
del openig?), la cual no tiene por qué ser escrutada con las reglas
de la lógica del mundo real. Suspensión de la incredulidad:
cualquier cosa puede suceder en esos mundos y entre ellos. No vale la
pena ponerse severo... Recordé “Mulholland Drive”: durante la
primera mitad asistimos a una historia extraña, con varias
situaciones inentendibles, con huecos narrativos, y nunca terminamos
de entender realmente que está pasando... Y luego nos enteramos que
lo que acabamos de ver no es otra cosa que un sueño de la
protagonista (cuya historia real se nos cuenta en la segunda mitad),
y que por lo tanto no tiene sentido esforzarse en tratar de entender,
de llenar los huecos... No hay lo que entender: es un sueño, y los
sueños...
Pero volvamos a “Dark”. Recién en
la última escena asistimos al Mundo Real. Allí no están quienes no
pueden estar: básicamente todos los descendientes de Tronte Nielsen
(ya que él es el fruto del amor entre Agnes Nielsen y el “Sin
Nombre”). Por lo tanto no existe Urlich, y por lo tanto no existen
sus hijos, Magnus, Martha y Mikkel, y por lo tanto no existe Jonas. Y
en ese Mundo Real, Katherina está felizmente sola... Regina no es
hija de Tronte, sino de Bern Dopler. Y en ese Mundo Real, Regina no
tiene cáncer... Peter no está casado con Charlotte (ya que ni ella
ni su hija/madre Elízabeth existen, porque ese “nudo” solo
existe en el Limbo-Aberración). Y en ese Mundo Real, Peter si puede
vivir plenamente su sexualidad... Hannah no está casada con Urlich
ni con Michael (ya que ninguno de los 2 existen), pero está en
pareja con Torben Woller. Y en ese Mundo Real, Torben si le dice que
la ama... Amo los finales felices en los Mundos Reales de la Ficción.
En un capítulo de la 2º temporada,
Eagon Tideman le dice a su hija Claudia, en 1987 “¿Te acordás de
la película del chico que viaja al pasado en un De Lorean?, Bueno:
creo que eso en verdad existe” Pero claro, resulta que Eagon lo
está diciendo en el Limbo-Aberración, y ya sabemos que todo lo que
allí se afirme no resiste demasiado análisis.
Me gusta pensar a la alemana “Dark”
como la respuesta Determinista (algún personaje dice “no hacemos
lo que queremos: somos fracciones de un todo”) a la norteamericana
“Volver al Futuro”, una película Positivista (cualquiera puede
modificar su vida, es solo cuestión de proponérselo) y Capitalista
(La realización personal de George en el mundo nuevo se denota por
su éxito económico / La relación amo-esclavo con Biff no se anula:
se invierte).
Dark parece decirnos: En este Mundo
Real no se puede viajar al pasado, las consecuencias pueden ser
graves. En este Mundo Real la cadena causa-efecto es retroactivamente
inamovible. Y, hacia el futuro (que es lo que importa), en este Mundo
Real hacemos lo que podemos con nuestras vidas, sabiendo secretamente
que, en definitiva, no somos más que esclavos del impredecible
aleteo de millones de mariposas...