Un cinéfilo nunca se rinde
La previa
El miércoles 20 de junio, que era
feriado, quedamos con una amiga en encontrarnos en las salas del Hoyts Abasto
para ver Elefante Blanco. A pesar de haberme jurado en otras oportunidades
nunca volver al Abasto, ya que conseguir una entrada conlleva la misma
dificultad que obtener un turno en un
hospital publico, teníamos la ilusa esperanza de que habiendo sido estrenada
hacía cinco semanas no tendríamos inconvenientes para conseguir lugar para Elefante Blanco. Dulces mieles del
autoengaño.
Casi sin poder caminar por la
cantidad de gente que había en el shopping, luego de una cola de casi veinte
minutos, pudimos llegar a la compra de entradas. Excepto por la primera fila, no
quedaban más asientos. Aventuramos que tal vez ante la falta de entradas para
Madagascar 3, algunos padres reacios a tener que soportar a sus desilusionados
hijos cantando sin parar “quiero mover el bote”, decidieron darles un baño de
realismo social latinoamericano depredando las entradas de Elefante Blanco.