“Parapolicial Negro. Apuntes para una
prehistoria de la triple A”
Docu-ficción de Javier Diment
La previa
Blandiendo una libreta universitaria para conseguir un descuento nos
dirigimos al Cine Gaumont para ver Parapolicial Negro. Apuntes para una
prehistoria de la Triple A. Ciertamente el cuasi surrealista valor de $8 de
las entradas no amerita demasiado esmero para hacerse con algún descuento pero
en tiempos en que dirigirse a una boletería de cine sin algún tipo de escudo
promocional es virtualmente un suicidio económico, uno termina actuando por
reflejo.
La película sufre de entrada de dos grandes inconvenientes que le son
totalmente ajenos. El primero es el perverso
sistema de distribución y exhibición que tiene el INCAA en la Capital Federal, que
podría resumirse en la frase “todo pasa por el Gaumont y el Gaumont pasa por
todo”. Debido a que este cine, con únicamente 3 salas, tiene que absorber y
estrenar la totalidad de la sobredimensionada producción cinematográfica argentina
se produce un brutal cuello de botella a la hora de organizar las proyecciones.
De esta manera, cualquier película, sin importar su pertinencia, búsqueda o
calidad (todas cualidades subjetivas y discutibles por supuesto), accede en el
mejor de los casos a dos proyecciones diarias durante una semana y si te he
visto no me acuerdo.
El segundo inconveniente es la calidad de la proyección digital. Si bien la sala 3 del complejo, en la cual se
proyecta la película, es muy confortable, la calidad de imagen que entrega el
proyector es muy pobre. Los colores se ven terriblemente lavados y se produce
una difuminación en las luces altas que genera una ligera sensación de
desenfoque tirando por la borda buena parte de la intención estética y
narrativa de la dirección de fotografía de la película. Y como si esto fuera poco, la película arrancó
con el sonido desincronizado, por suerte el director de la película se
encontraba en la sala y se abalanzó sobre la cabina de proyección logrando
solucionar al menos este problema.
La historia
El documental aborda hechos históricos
poco revisionados y desconocidos para la mayoría de la gente, aquellos que
dieron forma y gestaron a la temible Triple A que años más tarde asesinaría sin piedad a figuras como el padre Carlos Mugica, el diputado Rodolfo Ortega
Peña o Silvio Frondizi por nombrar solo algunas de sus mas prominentes victimas.
Esta mano de obra desocupada de matones
a sueldo como Eduardo Almirón y Juan Ramón Morales dados de baja por la policía federal y unos
años después vueltos a ingresar a la
fuerza por un decreto de Lastiri en 1973 forma parte de una historia de terror
real en la Argentina.
La manera delictiva de funcionar de Almirón y Morales como policías
de la sección robos y hurtos de capital durante los 60, nos lleva a pensar en
lo inmutable que se ha mantenido la institución policial los últimos 50 años. Liberar
zonas, capitanear bandas de delincuentes, encarcelar perejiles y matarse entre
ellos por el manejo de los negocios turbios se demuestra como una afincada tradición
policial. Sorprende ver la similitud entre los primeros pasos delictivos de los
padres de la Triple A con hechos mucho más actuales de la crónica policial,
como “la masacre de Pompeya” o la sanguinaria guerra de los comisarios que sacudió
al conurbano durante los 90.
El documental desnuda una
realidad aterradora y nos lleva a pensar
en lo necesario ser atentos al presente que estamos viviendo con
revisión y conciencia del pasado, saber que la impunidad aún sigue vigente, que
los juicios por los delitos de lesa
humanidad pudieron llegar pero con un gran esfuerzo, defender estos logros y no
perder de vista ni por un momento lo difícil que es dar pasos en la historia
para que se haga justicia. Así como también tener en cuenta que las conquistas
sociales son logros que hay que seguir sosteniendo, ya que la historia nos
demuestra que los avances no son permanentes y que se puede retroceder, a veces
con horror, sangre y fuego.
El relato
En cuanto a los aspectos
formales, el film está articulado con testimonios y recreaciones ficcionales
que le de da un aire totalmente distinto al que suelen tener los documentales
que abordan temáticas de revisionismo histórico en nuestro pais. Se aprecia una
preocupación por lo “cinematográfico” del documental sin que esto juegue en detrimento de lo
narrativo o ideológico del mismo, mas bien todo lo contrario.
Es muy destacable el trabajo de
las entrevistas, sobre todo la de la esposa de Eduardo Almirón (columna
vertebral del documental), la cual con su discurso aterroriza y en más de una
oportunidad deja boquiabierto al espectador.
A pesar de lo terrible del tema
que se trata el tono es totalmente alejado de lo solemne y no por esto se
resigna emoción o empatía en diferentes pasajes del documental. Se destaca en este sentido la
manera de introducir ciertos discursos que se resignifican totalmente al develarse
la identidad del emisor del mismo o la desfachatez de los textos de los zócalos
que por ejemplo presentan a Isabel Sarli como “diva total del cine argentino”.
Las secuencias ficcionales recrean el accionar de la banda de Morales
y Almirón con los nombres cambiados y en un contexto actual. Esta decisión que
puede entenderse como una manera de poner de manifiesto la continuidad imperturbable
del accionar delictivo de la policía a lo largo del tiempo. Mas allá de generar la confusión de algunos
jubilados, que a la salida de la película discutían entre ellos sobre quien era
quien en las recreaciones, las secuencias ficcionales tienen una factura técnica
impecable y potencian a través de la imagen el horror de los hechos narrados
por los entrevistados dándoles una cruenta carnadura.
Se destaca la actuación especial de Luis Ziembrowski (a quien queremos
proponer como nuevo abanderado del
policial argentino, titulo que supo enarbolar Rodolfo Ranni en los 80), temible en su interpretación
de un seudo Eduardo Almirón, así como también
la actuación de Sergio Boris y del propio director Javier Diment
representado a estos personajes siniestros, que ni la mente más diabólica
podría inventar.
http://parapolicialnegro.blogspot.com.ar/
Javier Diment es un director del cine argentino contemporáneo que
ha trabajado como coguionista y director de segunda unidad en Aballay, el hombre sin miedo de Fernando
Spiner que recorrió muchos lugares del mundo y ganó el premio del público en el
25 Festival de Cine Internacional de Mar del Plata.
Productor asociado en Diablo de Nicanor Loreti, ganadora de la
competencia argentina en el 26 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
Estrenó su opera prima La memoria del muerto en el BAFICI 2012.
Estrenó Parapolicial Negro. Apuntes para una prehistoria de la triple A, el
14 de junio del corriente en el cine Gaumont.
felicitaciones, queremos más criticas y recomendaciones
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