Todo tiempo
pasado fue mejor
La previa
Jueves de estreno, una película muy
promocionada, con hermosa cartelería derrochando buen gusto en las salas de cine,
la nueva de Lurhmann genera expectativa. Fuimos al Cinemark de Puerto Madero,
los espectadores cubríamos la capacidad de la mitad de la sala aproximadamente.
En principio vimos los trailers de Titanes del Pacífico film dirigido por
Guillermo del Toro que tiene a su fans enloquecidos, monstruos gigantes salen del mar para atacar la tierra y para combatirlos
robots gigantes darán la pelea, un desparramo a todo color. Luego fue el turno
de Wolverine que no para de volver y si lo desafía algún gil en un bar haciéndose el vivo, Wolverine pela las
chuchillas y todo termina fileteado. El último trailer ¿Qué pasó ayer? III
Sigue recogiendo de lo bien que le fue a la primera y si bien es muy graciosa
la propuesta, se abusa un poco del recurso ya conocido del desborde nocturno
que trae consecuencias inesperadas.
Finalmente se apagan las luces, se escucha la estruendosa
caída en la oscuridad de un balde gigante de pochoclos y empieza la función.
La historia
Desde la soledad de un manicomio, Nick Carraway
nos cuenta la asombrosa y trágica historia de Jay Gatsby, al cual acompaño
durante los locos años veinte conocidos por el despilfarro que terminó con la
crisis del 29’.
El relato
La primera imagen de la película es una luz que parpadea en blanco y negro y luego funde
a color con las iniciales JG (Jay Gatbsy) en un logo, el parpadeo de esta luz
formará parte de la obsesión del protagonista por atrapar un tiempo pasado que
añora.
La puesta en escena y arte del film son exquisitas de principio a fin,
abre con
una cortina de títulos en blanco y negro citando la época, y se va
transformando en líneas rectas doradas art decó que hacen de marco al
desfile de nombres del elenco y el equipo técnico.
Se reconoce el trabajo de Lurhmann con la paleta
de colores de Tamara Lempicka en los verdes y dorados, en las flores blancas.
La presentación de la protagonista femenina Daisy, la niña dorada, es en un
salón enorme donde todas las ventanas están abiertas y vuelan las cortinas
blancas formando ondas, envuelta entre las
cortinas, asoma la mano de Daisy con un anillo de diamantes. La rubia art
nouveau encarnada por Carey Mulligan quien siempre estará vestida en
colores pastel, crudo, lila, amarillo pálido, bordados con hojas y broderí
acompañan su melena dorada estilo casquito. Como contracara de Daisy en el
despliegue visual, Jordan Backer (Elizabeht Debicky) es la morocha que desfila
los modelos art decó siempre en línea recta y colores plenos, por
momentos está montada como un afiche de Mucha con sombreros y pañuelos lisos y
collar de perlas largo y simple.
El palacio
de Gatsby es como Xanadú y el
juego de su presentación se demora en el
relato al estilo de El ciudadano
(Welles, 1941) hasta los veinte minutos
de película. La actuación de Leonardo Di Caprio
en el rol del gran Gatsby es espectacular, realmente está rejuvenecido,
si bien encarna a un treintañero que ya no es, está muy bien en el rol, sus
trajes impecables siempre en colores pastel o blanco inmaculado, hacen juego
con la niña dorada. Di Caprio sorprende y brilla en la escena, fue Lurhmann
precisamente quien lo catapultó a la
fama con Romeo y Julieta de William Shakespeare (Lurhmann, 1996). Luego
vino Titanic (Cameron, 1997) y esto lo marcó como galancito del
cine quedando estereotipado por mucho
tiempo, hasta que lo rescata Scorsese para El aviador (2004), y Los
infiltrados (2006), dos peliculones
que le permiten despegarse del estereotipo y demostrar lo gran actor que puede
ser. El antagonista de Gatsby es Tom Buchanan (John Edgerton), quien está a la
altura con un papel de niño bien de la alta sociedad entregando una gran interpretación.
Narrando los avatares de todos estos personajes está Nick Carraway (Tobey Maguire) actor conocido
por la saga de tres films de Spiderman dirigida por Sam Raimi. Su
personaje, si bien en un principio resulta un poco lavado, es quien va dando
las pinceladas para que conozcamos las circunstancias y los sucesos de estas
vidas que se ven entrecruzadas. Nick cuenta su gran fascinación por Gatsby y su
profundo amor por él.
La puesta escena del derroche en el palacio de
Gatsby y los Buchanan, contrasta con los suburbios con montañas de carbón.
Lurhmann utiliza planos aéreos, así como el acelerar movimientos de cámara que
son característicos de sus obras. La urbe marginal aparece con música de hip
hop y colores intensos como el rojo, azul
o amarillo estallados al estilo kitsch.
Los automóviles último modelo para jugar carreras
de nenes bien, autos de colección hechos a medida, contrastan en su carácter de
objeto de lujo fetiche con las calles ennegrecidas por el hollín y las montañas
de desecho de la súper sociedad de consumo que por lo visto para existir
precisa toda esta mano de obra barata que subsiste en una sociedad de segunda.
Nick trabaja como vendedor de bonos en
la bolsa de Walt Street, escenario fluctuante que funciona como bisagra entre
los dos mundos tan disímiles que muestra el film.
La gran mansión, las fiestas multitudinarias con
show en vivo. El órgano diseñado especialmente para la acústica del palacio, su
intérprete, la piscina, el muelle, todo, absolutamente todo, es parte del plan
de Gatsby para volver al pasado.
La forma de introducir la música acompañada por
acelerados movimientos de cámara, así como los covers agiornados a los
contextos temporales de temas de moda, son marcas indelebles de un autor que
sabe encandilar a su público.
La nostalgia por aquel tiempo pasado que siempre
fue mejor, será el leiv motiv de Gatsby quien intentará obsesivamente reponer
ese tiempo ideal que le fue arrebatado, con acciones por momentos absolutamente
desubicadas que construyen momentos de incomodidad al extremo, muy bien llevada
por el quinteto de actores, destacándose el formidable intercambio en la escena
de la habitación del hotel.
Los collares de perlas tan representativos de la belle
epoque serán la marca que elige Tom para regalar a sus amadas y tienen una
funcionalidad dramática, cuando Daisy recibe la noticia de que Gatsby está con
vida, rompe el collar. En el caso de Myrtle (Isla Fisher) que es la amante de Tom, su collar se rompe y
desparrama cuando es atropellada en los suburbios, en ambas escenas se trabaja
el detalle de las perlas rodando por todos lados.
La escena final es un homenaje a Sunset
Boulevard (Wyler, 1950) que se corresponde con el sentido clasicismo que
impregna toda la obra de Luhrmann. Las críticas han sido particularmente
impiadosas para con el desbordado estilo del director y se le han arrojado a la
cara muchas comparaciones con la novela original. En nuestro particular no
habiendo leído la novela y considerando todo exceso estético una virtud cuando
menos disfrutable, nos rendimos nuevamente ante Lurhmann, uno de nuestros
desaforados favoritos.
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