sábado, 6 de julio de 2019

Contigo aprendí


Dolor y gloria (Almodovar, 2019)


La previa


Pedro Almodovar es un director muy querido de la casa, en esta oportunidad un biodrama con todos los condimentos que adoramos de su poética, una Cecilia Roth para arrancar un Juan Gatti a puro color en los títulos de presentación con planos de pintura fundiéndose en pantalla, un poco de Penélope Cruz, mucho color rojo, una pizca de canción española cantada por las mujeres que lavan la ropa al sol. Los curas inevitables en la etapa educativa de la vida y mucho amor, amor del bueno.



La historia


El tiempo pasa nos vamos poniendo viejos y mañosos, el fantasma de una enfermedad y algún que otro achaque demoran a Salvador Mallo, un reconocido director de cine español, a estar muy preocupado por los dolores. Dejando de lado la creatividad, distintos amigos lo impulsan para que salga de esa depresión.


El relato


Salvador Mallo es interpretado por Antonio Banderas, un actor de siempre en los elencos de Almodovar, tal vez las más recordadas podrían ser ¡Átame!, Mujeres al borde de un ataque de nervios o Laberinto de pasiones. Completan el elenco Axier Exteancia que interpreta a Alberto Crespo un actor de la primera película de Salvador de la cual se cumplen 30 años del estreno, y por este motivo retoman contacto, Nora Navas es Mercedes productora y amiga incondicional de Salvador, y la pequeña pero intensa participación de Leonardo Sbaraglia como Marcelo.




El tema de la madre es un tópico permanente en la filmografía de Almodovar en esta ocasión biográfica, la pérdida de su madre lo hace bucear en relatos que cuentan, por un lado la infancia en estilo Stromboli (Rosellini, 1950) por el pueblo en el que vivió con sus padres a los 8 años. Y por otro, un pasado reciente que dedicó a cuidar a su madre enferma con todos los detalles salvo uno que no pudo cumplir: llevarla a morir en su pueblo, pues Salvador no alcanza a trasladarla y eso lo demora en culpa.




Circulan por suerte otros amores en la vida de Salvador y uno de ellos reaparece como una luz intermitente del pasado que ha estado intacto y a la vez ha cambiado tanto. La enfermedad como gran ocupación de su vida empieza a correrse, para dejar lugar y ayudar a una amiga, o retomar la escritura, no dejarse vencer por los achaques, recuperar las ganas de poner la mente en un proyecto y ¡olé! a la vida otra vez.

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