domingo, 29 de diciembre de 2019

Alta traición


El irlandés (Scorsese, 2019)


La previa


Uno de los estrenos más esperados del año llega directo a nuestros televisores y dispositivos, los tiempos cambian amigos. En otras ocasiones hemos discutido los cambios, controversias y chicanas que han presentado los distintos actores de la  industria respecto al estreno por streaming particularmente en febrero de este año cuando se estrenó Roma de Alfonso Cuarón. Al igual que con la película mexicana luego de diferentes debates se llegó al acuerdo del estreno en un espectro reducido de salas fuera de las cadenas más grandes y luego si a través de  Netflix la casa productora del film.




La historia


Los hechos que rodean la muerte y desaparición de Jimmy Hoffa, sindicalista camionero de los años 60 en Estados Unidos.


El despliegue formal del film es maravilloso, desde la voz over de Frank (Robert De Niro) en el geriátrico donde reside que realiza un pase de extradiegética a diegética con el personaje mirándonos a los ojos y convirtiéndonos desde el primer momento en los confidentes de su historia, los únicos, podemos aventurar que este formidable  plano de apertura se estudiará en escuelas de cine durante años y se le dedicaran no pocos artículos de análisis en libros y tesis. La película arranca a ese y nivel y después Scorsese nos tira 50 años de oficio encima, los encuadres clásicos pero no por eso oxidados de hombre al volante, referencia obligada a Taxi Driver (Scorsese,1974) anticipan los no pocos auto homenajes que el director desparrama por el film.

Son dos las relaciones de Frank que trazan la película: su relación con Jimmy Hoffa (Al Pacino) y Russell Bufalino (Joe Pesci) Se trata de tres actores enormes, lo que molesta un poco es el efecto de rejuvenecimiento que se aplicó sobre todo en De Niro que con los ojos muy celestes y la piel naranja parece medio extraterrestre, luego el efecto es raro, ya que son caras jóvenes pero cuerpos con movimientos de gente mayor. Son actores muy conocidos que han trabajado con este director, ese empeño por no contratar actores que realicen sus escenas de juventud se ve un poco extremo. Se entiende la voluntad de desarrollar una nueva tecnología, pero los resultados no son aún satisfactorios y le generaron un encarecimiento sideral a la cinta (costó más de 100 millones de dólares) y no pocos retrasos. Los amantes de las películas de cabalgata, o biopics como gustan llamarlas ahora, valoramos el arte del casting de actores y actrices parecidos para representar distintas edades de un mismo personaje. Seguro Robert De Niro concuerda con nosotros. 





La trama de lealtades y traiciones recuerda a títulos anteriores del autor Casino, Buenos Muchachos incluso con los mismos actores. La historia de Jimmy Hoffa, el líder sindical camionero, retrata los años 60 en Estados Unidos, y juega con las posiciones que tomaron distintos sectores, entre ellos el sindicato de camioneros frente al asesinato de John F. Kennedy, presidente de EEUU.


Entendemos que la clave de las razones del personaje para actuar como actúa esta en una pequeña escena que no suele ser tenida en cuenta en la mayoría de los análisis. La escena en que Frank ejecuta eficientemente un grupo de soldados nazis luego de obligarlos a cavar su propia fosa. Sin ningún amago de cuestionamiento o reflexión, simplemente porque se lo ordenaron. Frank Sheeran es ante todo un soldado, y esa es tal vez la clave de todo su accionar, se trata de un ser perfectamente preparado para obedecer, trazando un paralelismo se puede pensar en The hurt Locker (Bigelow,2008)  un film que ganó muchos menciones tratando un tema constante para la sociedad estadounidense: la guerra. En dicho film el protagonista vuelve a su hogar, luego de estar en Irak con la tarea específica de desarmar artefactos explosivos, es tal su nivel de alienación que a su retorno no puede adaptarse a su familia y termina retornando a la vida de soldado, no por una decisión, sino por una especie de condena.

Volviendo a Frank, su caso es de idéntica alienación aunque no en solitario, rodeado de distintas relaciones de poder, no podrá escapar a su carácter de obediente, ni siquiera por amor. Lo que Frank sufre es un tironeo por su obediencia no por su lealtad. Russell lo comprende perfectamente y por eso sabe que la presión y la firmeza son las que inclinaran la balanza y no la afectividad. Por eso el viaje, las amenazas veladas y el acompañamiento y espera hasta el avión. Hoffa confía en Frank, se sabe querido por este y se siente a salvo por ello, no sospecha de él ni en el segundo final. Frank actúa finalmente de la única forma que era capaz, como un soldado, y esto es lo que lo destroza y lo condena a ese purgatorio sin fin que es su vejez.




Esta reseña no comparte el planteo de género que sí abordan otras, a partir  del derrumbe de masculinidades, planteado por Lena Woodhouse en un muy interesante y celebrado hilo de twitter. En él la autora trabaja la idea sobre la atracción y amor homosexual entre los protagonistas del que cabe destacar la sesuda búsqueda escena por escena de indicios formales de esta tesis. Si recomendamos enfáticamente el análisis que hace sobre el personaje de Peggy la hija de Frank con el cual coincidimos completamente.


La veo o no la veo


Definitivamente El Irlandés pasará a la historia por muchos motivos. Si no media ninguna triquiñuela será una de las grandes ganadoras de la temporada de premios, es una película (una de las últimas) de uno de los grandes directores de la historia del cine y además es pionera en dos debates sustanciales para el futuro de las películas, el formato de producción y exhibición y la utilización de CGI para manipular la edad de los actores o traer “a la vida” actores fallecidos. Y si todo esto no alcanzara es además un gran film. No hay excusas para no dedicarle una escasas 3 horas 40 de nuestro tiempo.  

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