Cinco para el peso
La previa
En esta ocasión toco una de terror, con un curriculum de lo más prometedor, director argentino debutando en Hollywood y el inconmensurable Guillermo del Toro en las tareas de producción. Nos dirigimos a las salas del Hoyts Abasto que suelen ser una pesadilla en cuestión de filas interminables para sacar las entradas. Previsores hicimos una pre compra virtual rompimos el chanchito cuponero y nos hicimos con un ventajoso 2x1 sin esperas. Siendo francos, no resultó haber tanta cola, creemos que responderá a una cartelera un poco floja pero nunca está de más anticiparse, más de una vez perdimos funciones por el demencial atolladero que se arma en las boleterías de esta sala. Como decía un conocido, el que se quema con leche; sopla hasta el yogurt.
La sala estaba semivacía, queremos dedicarle esta reseña al muchacho que se nos sentó adelante durante la proyección. Hacía tiempo que no veía a nadie pasarla tan mal en una película, por un momento temí que se hiperventilara. Debo reconocer que nos llevamos nuestros buenos sobresaltos pero este tipo literalmente padeció toda la película. Y con esto no piensen que la película es El exorcista (Friedkin, 1973) o enfermedades como Audition (Mike, 1999) o À l'intérieur (Bustillo y Maury, 2007) dos joyas del terror mala leche donde vimos gente descomponerse o salir corriendo de la sala a los 15 minutos de película. Con decir que el tráiler de la nueva versión de Evil Dead (Alvarez, 2013) es bastante más perturbador que Mamá, evidentemente el muchacho no tenía pasta para el cine de terror. El motivo que lo empujó hasta la sala es un misterio, aunque tal vez no tanto, detrás de todo acto de masoquismo masculino hay siempre una mujer indiferente a la que se está tratando de agradar. Esperamos haya tenido suerte.
La historia
Luego de un hecho cruento y traumático dos niñas pequeñas quedan abandonadas en una cabaña en un bosque por cinco años. Cuando su tío las encuentra y se propone adoptarlas y reinsertarlas a la sociedad, descubre que algo sobrenatural las ha ayudado a sobrevivir todo este tiempo y no está dispuesto a desprenderse de ellas.
El relato
Hace unos años, en el 24 Festival de Cine de Mar del Plata, pudimos ver un cortometraje que nos encantó. Narraba en no más de tres minutos y en plano secuencia, el terror de dos niñas que debían enfrentarse a una criatura monstruosa a la que parecían conocer y llamaban Mamá. Solo eso, una gran construcción climática, virtuosísimo realizativo y una historia que sugería mucho más de lo que contaba, que era mínimo. Hacia honor a la premisa, con la que se puede concordar o no, de que un corto narra un “que” y no un “como”, un asesinato y no la historia de un asesino. El corto Mamá funcionaba de maravilla, algo en lo que se concordó ampliamente ya que le valió a su director, el argentino radicado en España Andrés Muschietti, múltiples premios y la posibilidad de convertir en largometraje su corto y nada menos que en la meca del cine. Y Muschietti no defraudó, por lo menos a sus inversores. Con un presupuesto minúsculo para el mercado norteamericano (15 millones de dólares) Mamá ya recaudó nueve veces su presupuesto y todavía tiene un poco más de cuerda en la taquilla y algunos mercados pendientes de estreno.
Y en este tema del “que” y el “como” es donde el largometraje Mamá tiene sus puntos más flojos. Y más fuertes. La película termina siendo un compendio de buenas ideas visuales a las que le montaron una historia prototípica y no se molestaron en rematar a la altura de las expectativas. Nos encontramos con figuras como el científico escéptico que no tendrá más remedio que creer y la vieja algo siniestra y mística que sabe la posta pero falta el complemento que hace digerible estos festivales del cliché, la vuelta de tuerca final. Eses sobresalto efectista que no se logra con movimientos de cámara o irrupciones sonoras bruscas, sino con un esmerado trabajo de guion. Estas vueltas de tuerca son las que vuelven gratamente recordables a películas de corte similar como El orfanato (Bayona, 2007), Los otros (Amenábar, 2001) o la miniserie basado en un libro de Stephen King, Un saco de huesos (A&E, 2011). Mamá se queda muy corta en este aspecto y en el balance general sale mal parada a pesar de la buena mano y la pericia de su director. Cualquier persona que haya visto 3 películas de terror en su vida sabe, detalle más, detalle menos, exactamente todo lo que va a pasar a los 15 minutos de película. Y todo esto sería perdonable si al final nos sorprendieran de alguna manera, se intenta chapuceramente pero no se logra.
Los efectos especiales están logrados y se destaca la participación de Javier Botet, el Andy Serkis español, que le pone el cuerpo a la captura de movimientos para la criatura.
Las actuaciones son muy buenas, para destacar especialmente las niñas. Megan Charpentier, en el rol de Victoria la mayor de las hermanas, desarrolla un rol clave dentro de la trama y está absolutamente a la altura. En el caso de la hermana pequeña Lilly, Isabelle Nelisse se desenvuelve muy bien en la línea propuesta por el guion. Destacable trabajo si sumamos la complejidad de rodar con niños y encima en un género como es el terror de corte más efectista. El resto del elenco está integrado por la primera figura de Hollywood, Jessica Chastain que en esta oportunidad da vida a Anabelle suerte de madre sustituta de las niñas, punki e inexperta. La ascendente Chastain es uno de los principales convocantes de público de la película, sumando la particularidad de verla con un look alejado del acostumbrado. Nikolas Coster Waldau, actor danés que alcanzo reconocimiento por su papel de Jaime Lanister en la serie Juego de Tronos, desarrolla el doble rol de Lucas / Jeffrey padre atormentado y tío que busca incasablemente a sus sobrinas hasta encontrarlas. Papel de lo más ingrato por la imbecilidad e intrascendencia del personaje del tío, no así el del padre que es uno de los momentos más altos de la película.
Andrés Muschietti (reconvertido en Andy Muschietti en los títulos de la película, no sea cosa de espantar algún espectador) entrega en su debut, un sólido trabajo de dirección en una película por mas despareja y olvidable. Este delicado trabajo que exige el género de terror de trabajar sobre trillados argumentos repetidos mil veces y para un público altamente entrenado en la visualización, no es una tarea sencilla y recurrentemente cae en el fracaso. Ante este truncado ejemplo que es Mamá, se agiganta la amorosa obra maestra de Drew Goddard, The cabin in the Woods (2011) o las sorprendentes y controvertidas películas del francés Pascal Laugier, Martyrs (2008) y The tall man (2012). Películas imperdibles, no es el caso de la que hoy nos convoca.
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