miércoles, 20 de febrero de 2019

Ya no sos igual

El infiltrado del KKKlan (BlaKkKlansman, Spike Lee, 2018)

La previa

A pocos días de la entrega de los premios Óscar, la última película del legendario Spike Lee compite en los rubros: Mejor película, Mejor director, Banda sonora, Montaje, Actor de reparto y Guión adaptado. El estreno en Argentina pasó desapercibido, tuvo poca publicidad y la exhibición fué fugaz. El director y el protagonista del film en la vida real, el detective Ron Stallworth y autor de la autobiografía llamada Klansman, llevada al cine por iniciativa de Jordan Peele (ganador del oscar 2018 al mejor guión original por Get Out!) han participado en diversos programas y shows televisivos dando detalles de la historia real que se cuenta en el film y sobretodo la intención de concientizar al público sobre la vigencia del racismo y la cultura del odio en la sociedad, no sólo norteamericana, sino mundial (piensen en Brasil por ejemplo). El elemento que utilizó Lee para lograr una crítica efectiva fué agregar al relato escenas reales, en las que vemos a Donald Trump diciendo con absoluta irresponsabilidad en público que los que propagan la superioridad de la raza blanca son buenos chicos, a David Duke (ex líder de KKK) hablando sobre presentar una lista para tener representación en el gobierno y finalmente el asesinato de una manifestante de derechos humanos, que en plena movilización es asesinada por un auto que intencionalmente le pasó por encima. Este hecho sucedió en el año 2017, en pleno rodaje de la película, es ahí cuando Spike Lee decide incorporar las escenas a modo de epilogo al final, como una cachetada de realidad al espectador (Wake Up! Despertate).


Contra la hegemonía con el absurdo

La historia comienza cuando Ron Stallworth entra a la policía del estado de Colorado, que entre destratos y discriminación finalmente encuentra su lugar como espía cuando logra infiltrarse en una organización de Ku Klux Klan. Ron es interpretado por John David Washington (hijo de Denzel) y encarna un tipo templado, ecuánime, lo suficientemente superficial como para manejar un personaje según lo requiera la circunstancia. Porta una contradicción: es negro y trabaja para una fuerza policial que mata negros. Ron no es un idealista que quiere cambiar el mundo, es un desclasado que pretende hacer el trabajo que le gusta y logra una hazaña con ayuda de sus compañeros. Este elemento contrario a la lógica le aporta un tono descontracturado a la mirada crítica que se quiere plasmar, una combinación justa entre tomárselo con soda y con absoluta seriedad que otorga un plus que favorece el discurso del film y lo vuelve original.



Los odiadores son todos iguales

Ron se pone en contacto telefónico con la agrupación racista y logra infiltrarse gracias a que pone en acción el lenguaje del odio con el que el otro empatiza inmediatamente. Ese lenguaje no es otro que el del sentido común y como bien muestra el film, es reproducido hasta el cansancio por periodistas de televisión (Alec Baldwin encarna uno, con presencia fugaz pero efectiva para el relato), por la radio, por la cultura popular. Una vez aceptado por teléfono, el agente Flip Zimmerman (Adam Driver) será quien se caracterice como Ron en las reuniones presenciales y deberá sobrellevar estos encuentros, no sólo lleno de cables, sino con mucho tino y estómago para no ser descubierto. Flip la pasa mal sobretodo ante las sospechas de Felix Kendrixson (Jasper Pääkkönen) y su esposa Connie (Ashlie Atkinson) dos fanáticos racistas que lo acusan de judío y hay varios momentos de tensión cada vez que aparecen estas acusaciones. La locura de estos personajes queda plasmada no solo en cómo se expresan (“a pesar de todo debo decir que los negros bailan bien” dice el personaje que interpreta Paul Walter Hauser) sino en las acciones que llevan a cabo, después de todo son terroristas norteamericanos. Volviendo a Flip, este personaje tiene un arco de transformación ya que a partir de que se infiltra comienza a reflexionar acerca de su identidad y el valor del ritual como elemento de afirmación, de pertenencia a una comunidad o creencia. No es sólo el lenguaje lo que nos define sino también nuestros actos.

Contra la hegemonía con la reflexión

Laura Harrier interpreta a Patrice, una militante universitaria que organiza charlas y congresos sobre los derechos de los negros y allí conoce a Ron que asiste a uno de estos eventos infiltrado. El aséptico Ron trata de conquistarla y comienza una relación que se irá definiendo entre charlas de lo más interesantes donde se chocan distintos puntos de vista irresolubles. Los encuentros que organiza Patrice y al que asiste por primera vez Ron (y el espectador también) construyen cierta mística a partir de lo que se dice allí, vemos la contemplación del que escucha desde rostros recortados, miradas atentas, concentrados en las palabras y reflexivos sobre historias de mártires y sobre una idea de belleza distinta a la que muestran los vitrales de las iglesias, muy lindos y emocionantes discursos que el espectador seguramente no olvidará.


La veo o no la veo  

Muy recomendable para todos los públicos, un policial reflexivo y entretenido, ambientado en la década de los ‘70 de la mano de un buen director.





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