La previa
Caminamos por avenida Corrientes hasta el cine
Lorca en este verano caluroso y pegajoso que no nos resta ganas de ir al cine,
llegamos a la puerta y desde adentro nos hicieron gestos de que faltaba un rato
para abrir, a los veinte minutos dieron sala
y vimos llegar a paso ligero al
proyectorista que recibía la cargada de su compañero de la boletería al grito
de “ya me iba yo a poner la película”. En las sala éramos cuatro o cinco, se
apagan las luces ocultándonos el sesentero alfombrado de las paredes de la sala
y empieza la función derecho viejo, sin trailers ni propaganda previa.
La historia
Este film está basado en la historia real de una
familia española que sobrevivió al tsunami que en 2004 azotó la costa de
Tailandia. Dicha familia tras quedar separada por la tragedia intentará
rencontrarse en medio de la devastación.
El relato
La superproducción que implicó esta película está
hecha de manera fantástica, la construcción de las locaciones que simulan la
tragedia está absolutamente lograda y muestran un gran despliegue de recursos.
Un aire Spilberiano rodea a la película ya sea
desde su clasicismo muy bien manejado por el director o el guion propiamente
dicho, un melodrama familiar con niños como protagonistas importantes que
pueden recordar por momentos a El imperio del sol (Spielberg, 1987).
Las actuaciones son buenas, con lo difícil que es
tocar este tipo de temática sin caer en el golpe bajo, es interesante destacar
como la búsqueda de la dirección se posiciona en las estrategias de
supervivencia y no se detiene en regodeos dramáticos. Las interpretaciones de Ewan McGregor y Naomi Watts son impecables
y los niños se destacan especialmente, sobre todo el que se desempeña como
Lucas (Tom Holland) en el rol de un pre-adolescente que está solo con su madre
herida en medio de un caos y como poco a poco van diseñando juntos un plan de
supervivencia y construyendo vínculos con los demás. Los dos más pequeños
Thomas (Samuel Joslin) y Simone (Oacklee Pendergast) quedan junto a su padre
están muy bien en sus roles en los matices que conlleva atravesar momentos de
absoluta desesperación.
Los efectos especiales del film son increíblemente
buenos, el momento de la irrupción del agua en la playa y todo el naufragio
posterior es desolador y magnífico. Los pequeños detalles están muy bien
cuidados, la ropa que tenía puesta la familia, los objetos que habían
manipulado previamente al accidente, como la pelota que fue regalo de
navidad luego servirá como objeto pista
para el reencuentro. Es imposible no relacionar la película con Mas allá de
la vida (Clint Eastwood, 2010), por lo menos en el tratamiento estético, ya
que las dos películas van por derroteros totalmente distintos. Las escenas del
impacto de la ola gigantes son primas hermanas.
Las cámaras debajo del agua en el momento de la
gran ola y luego en el naufragio que todo lo arrastra, las tomas aéreas
registrando como quedó la costa, dan cuenta de un despliegue de superproducción
que realizó el cine español a la altura de Hollywood.
Pese a atravesar una profunda crisis económica,
que trajo el cierre de 1200 salas, este film ha tenido 6.000.000
espectadores en España y este gesto fue
muy agradecido por el director en la entrega de los Goya donde ganó el galardón
a la mejor dirección. Ciertas personas se molestaron por la extranjerización de
la historia, la familia catalana se convirtió en británica y una producción
realizada en su totalidad en España se rodó en ingles y con actores foráneos.
Cuando se invierte tanto dinero a veces se toman decisiones odiosas en pos de
maximizar el rédito de la inversión. Paradójicamente el grueso de la
recaudación de la película se dio entre España y Latinoamérica dejando la
horrible impresión de que a los hispanohablantes nuestra tilinguería nos hace
disfrutar más nuestras películas si están habladas en ingles.
En cuanto al apartado genérico la película se
presenta como una opción de baja intensidad. Cine catástrofe que le escapa la
efectismo y se centra en el drama humano en lugar de la acción. Melodrama de
familia que no abusa del golpe bajo y se vuelve rápidamente esperanzador sin
someter al espectador a un excesivo sufrimiento o sensación de angustia.
Correcta en todos los sentidos imaginables, Lo imposible emociona lo
justo y se deja llevar lentamente hacia el olvido.
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