domingo, 24 de febrero de 2013

Reseña Django desencadenado (Quentin Tarantino, 2012)


Black justice

La previa

La película se estrenó el día más caluroso del año. El más caluroso en muchos años. Con más de 40º de temperatura hubo grandes fallas eléctricas en la zona del bajo y llegar hasta el Cinemark Puerto Madero fue toda una odisea de semáforos apagados y autos veloces dispuestos a matarnos. Con paciencia y arranques de arrojo intrépido logramos llegar hasta el cine, sudorosos y malolientes pero sin ningún daño severo. Nuestro entusiasmo nos había nublado el entendimiento y como era lógico, al igual que en toda la zona, las salas estaban sin luz. Aparentemente las extraordinarias ganancias de las multisalas en los últimos años y los récords históricos de público asistente del año pasado no fueron suficientes para invertir en un grupo electrógeno de respaldo, o llegado el caso un par más de empleados. Desanimados emprendimos el regreso.

Por la tarde logramos encontrar un hueco en nuestras actividades para arrimarnos a ver la película. Debía ser en la zona de Caballito. El 0-800 de Cinemark solo tiene una grabación que repite los horarios de las funciones, no había nadie con quien pudiéramos hablar para saber si el complejo de Caballito estaba funcionando correctamente. Consultamos a conocidos que viven por la zona, y ante la confirmación de que había suministro eléctrico normal nos aventuramos hacia la sala.



Con la sensación de que alguien estaba sopleteando Buenos Aires con un secador de pelo gigante entramos al Cinemark Caballito en el cual los aires acondicionados perdían claramente la batalla contra el bochorno exterior. Ejecutamos el 2X1 del Banco Galicia,  hicimos un poco de tiempo a la espera de que dieran sala para nuestra función.

El calor, los cortes de luz, la desidia empresarial de las multisalas, todo pasa a un segundo plano. Tarantino estrena una nueva película, un western y nosotros estamos en la sala arrullados por la oscuridad y listos para verla. No podemos estar más contentos.  

La historia

Un alemán caza-recompensas (Christoph  Waltz) libera a Django (Jamie Foxx), un esclavo de la EEUU previa a la guerra civil,  para que le ayude a cazar unos malhechores que son bien conocidos por él. En el camino los dos personajes terminaran convirtiéndose en socios y amigos, razón por la cual  el alemán le ofrece a Django acompañarlo a recuperar a su esposa, esclavizada en una plantación de la sanguinaria Mississippi.

El relato

Tarantino se caracteriza por arrancar sus películas con escenas potentes, que se vuelve inolvidables e icónicas. Desde el lánguido deambular por el aeropuerto de Pam Grier en Jackie Brown (1997), pasando por la ejecución de Uma Thurman en Kill Bill (2003) y su posterior apoteótica pelea con Vernita, hasta terminar en el suspenso casi insoportable del interrogatorio de Christoph  Waltz en Bastardos sin Gloria (2003), las primeras escenas de sus películas son un espacio de lucimiento y  homenaje para Tarantino y Django no es la excepción.  La presentación del personaje de Django  se realiza de manera espectacular,  el trabajo de la cámara para llegar a su rostro, el sonido de las cadenas que se arrastran al compás de la melancólica letanía de la música. Este personaje lleno de marcas y aún mezclado con otros se va haciendo único, de plano a plano hasta recortarse y lograr por fin montar a caballo haciéndose el protagonista de esta historia, luego de un estallido de violencia cruda y visceral que será una marca en toda la película. Su compañero de aventuras  Dr. King Schultz  encarnado por el extraordinario y políglota actor Christoph  Waltz desarrolla un personaje tierno y escalofriante al mismo tiempo, que deja ver estas dos características desde su primera intervención.

La puesta en escena establece un recorrido intenso y fascinante entre dos géneros cinematográficos, el spaguetti western y el black explotation, desarrollando los esquemas de ambos. En el primero el homenaje y la influencia que más se percibe es la de  Sergio Corbucci.  Los zoom rápidos y bruscos, la violencia descarnada, las escenas en parajes nevados que recuerdan a El Gran Silencio (1968) y la presencia de una mujer como motor de la historia remiten al segundo gran maestro que tuvo el western italiano, el otro Sergio. Corbucci es también el director de la Django (1966) original  en la cual Franco Nero, que tiene una simpática participación en la película, da vida un personaje icono que tendría más de 30 encarnaciones, la mayoría de ellas apócrifas. El más grande director del genero spagetti, Segio Leone, no es percibido desde lo formal en la narración de la película, los tiempos dilatados y la estetización operística de Leone están mucho más presentes en la  mencionada escena del comienzo de Bastardos sin Gloria, que en cualquier tramo de Django desencadenado. En cuanto al explotation, lo vemos hacerse presente mayormente en la historia de la película, la historia de una venganza negra contra la opresión blanca. En el medio mucha música, mucho swing y una exacerbación de “la negritud”, entendida desde lo actitudinal y que tiene su punto más alto en los intercambios directos entre Django y Stephen.

La banda sonora es alucinante, Tarantino se ha definido a sí mismo como un DJ, en referencia a su manera de mixturar géneros cinematográficos y de entender sus películas como un gigantesco homenaje a su particular visión de la historia del cine. En el apartado musical suele ser igual de ecléctico y brillante en sus elecciones, no por nada las bandas sonoras de sus películas suelen ser discos de culto. Y en Django tiene tiempo, casi tres horas de metraje, para despacharse con un abanico musical que se disfruta momento a momento y no desentona a pesar de lo raro que parezcan algunas elecciones para un western. Nos encontramos desde clásicos del spagetti western compuestos por Ennio Morricone y Luis Bacalov a melancólicos blues, pasando por el soul y piezas de lo más extrañas como un mash up entre temas de James Brown y el rapero Tupac.

Las actuaciones son brutales. En un elenco de grandes figuras que entregan muy buenas interpretaciones, el máximo laurel se lo lleva indudablemente Samuel Jackson que encarna a Stephen, el negro desclasado más cipayo y repugnante de la historia del cine. Maquillado y caracterizado hasta volverlo casi irreconocible, Jackson despliega un personaje complejísimo en su maldad, que se muestra frágil y embrutecido pero resulta de lo más astuto y perverso en su devoción por su amo. Por su parte  Leonardo Di Caprio como Calvin Candie compone un villano atípico, despreciable y estúpidamente maligno, un sureño bruto, francófilo e ignorante que funciona como una cruel caricatura del sur de EEUU.

Las mujeres del reparto son dos, la chica que nuestro héroe debe rescatar Broomhilda von Schaft, interpretada por Kerry Whashington y Laura Cayouette como la odiosa señorita Lara.

El habitual desfile de secundarios curiosos a los que nos suele acostumbrar Tarantino en sus películas tiene varias joyas en Django. A la mencionada intervención de Franco Nero se agrega la participación de Zoe Bell, doble de Uma Thurman en Kill Bill  y una de las protagonistas de Death Proof (2007), como una de los despiadados rastreadores de negros, dos intervenciones del propio Tarantino (una puede pasar de largo para los despistados) y la magistral participación de Don Johnson en el rol de Big Daddy, un patrón sureño que entrega el mejor paso de comedia de la película en su organización de una partida nocturna del KKK. El final de Big Daddy es una caricia al alma para todos aquellos que tuvimos que soportar a Don Johnson fustigando malévolos latinoamericanos de opereta durante años en División Miami.

El gran presupuesto del que gozó la película se hace patente en el elenco multiestelar pero también en la gran cantidad de locaciones y la majestuosidad de las mismas. Por otro lado desde lo técnico se aporta un detalle que puede parecer menor pero resulta de lo más interesante. Los tiros le pegan a los caballos. Luego de años de ver westerns en los que el jinete era alcanzado por un disparo y el caballo siempre seguía cabalgando indemne, es lindo ver en el fragor de la balacera a las monturas ser alcanzadas por los tiros, sangrar y desplomarse muertas. En los títulos la película se encarga de aclarar que este despliegue es 100% de efectos especiales y que ningún caballo fue lastimado durante el rodaje, no sea cosa que se alboroten los ecologistas, que siempre andan con tiempo para ocuparse de estas cosas.

La violencia descarnada de la EEUU esclavista y sus sanguinarios habitantes se plasma sin sutilezas en la película, una cachetada en el rostro de un país que se afana a cada momento, valiéndose en gran medida del cine, por ignorar y falsear las aristas más oscuras de su historia. Tarantino también logra con el personaje Dr. Schultz presentar la otra cara de Alemania. Este personaje incapaz de tolerar el esclavismo y la crueldad de los norteamericanos representa a una nación que sin nunca abandonar su brutal pragmatismo supo ser también la cuna de la filosofía moderna y el humanismo.

No es una novedad que Tarantino tenga una mirada profundamente crítica de su sociedad, hilando un poco más fino en el recorrido por su cinematografía hemos visto la venganza de las mujeres (Kill Bill y Death Proof) la venganza de los judíos (Bastardos sin gloria) ahora tocó la venganza de los negros y tal vez para la próxima podamos sugerir a los pueblos originarios. Es interesante como construye y hace oír las voces de los sometidos, los postergados por la historia y  como hace estallar, literalmente, los espacios negados a dichos personajes.

Tarantino lo hizo de nuevo. Decimos gracias.

1 comentario:

  1. Una decepción 'Django', no me esperaba un clásico pero sí una película más divertida. Apenas aparecen esos diálogos crujientes marca de la casa, y como siempre, qué pena que sus pelis estén tan vacías. ¿Cuándo encontrará messieur Tarantino algo para lo que tan bien sabe hacer: contar? Un saludo!

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