Veneno para las hadas (Taboada, 1983)
La previa
En un Ciclo de Cine Mexicano Clásico que ofrece la Asociación Amigos del Museo de Bellas Artes, con títulos que van desde Enamorada del Indio Fernández hasta El lugar sin límites de Ripstein con guión de Manuel Puig, pasando también por Hermosillo y Taboada. En esta entrega Veneno para las hadas, viernes a la tarde con un total de 6 espectadores en la hermosa sala con entrada gratuita frente a la Facultad de Derecho que ofrece la AAMNBA.
La historia
Se trata de un cuento de hadas con un giro de terror, en el que una niña escucha a la cocinera de su casa contar historias de brujería y después presume con una compañera de ser ella misma una bruja.
La protagonista,Verónica, interpretada por Ana Patricia Rojo es una niña de 9 años que se dedica a demostrarle a su nueva compañera de colegio Flavia,(encarnada por Elsa María Gutiérrez) los hechizos y maleficios que puede realizar. La construcción del relato es desde la perspectiva infantil, siempre presente en el género de terror. La cámara está ubicada a la altura de Verónica y Flavia por lo tanto los planos en los que hay adultos les vemos el torso y no la cara. Al estilo Tom y Jerry.
El relato
La puesta en escena tiene algo de Dario Argento y su sangre casi fluorescente, o también se puede pensar en los estudios Hammer con sus clásicos de horror. Carlos Enrique Taboada, cuyos títulos más resonantes son Hasta el viento tiene miedo, Más negro que la noche, y El espejo de la bruja, en su última película logra una obra maestra, construye un mundo de brujas ligado a la infancia de una niña huérfana con mucha poder de imaginación y manipulación, con un look de rubia angelical que desafía a Satanás, resaltan notas de un clásico de género con condimentos mexicanos.
El recorrido por los tips de la confección de una pócima, con los ingredientes esenciales para hacer el mal, patas de lagartija, cuero de víbora, tierra de una tumba, serán obtenidos por las niñas para realizar el maleficio, se desarrollan con momentos de aventura y enorme desafío, mención aparte para Verónica que toma los sapos y arañas con la mano con gran decisión y destreza.
Las locaciones son impresionantes tanto en la ciudad, en los interiores de las casas y la escuela como en el campo que resulta encantadoramente tenebroso. Los vestuarios de las nenas son hermosos fieles a la moda de la década del 80, vestidos con volados, y cinto, broderie y cuadrillé, siempre con guillerminas de charol y medias blancas impolutas.
Lo siniestro aflora en lo cotidiano sin que nadie pueda detenerlo. En el período de vacaciones que comparten las protagonistas, la hora de la siesta o la previa a descansar por la noche son los momentos elegidos para transgredir las reglas y toda desobediencia, traerá consecuencias, por sobre todo en el género de terror no se puede escapar al castigo.
La veo o no la veo
Sin dudas es una película para ver y disfrutar cada detalle, dedicada a todos los directores que realizan basura paranormal con tres recursos repetidos, Taboada con pocos elementos y tecnología de los 70 genera suspenso y terror de lo mejor.
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