La previa
Después del Festival de Cine Fantástico de Sitges nos dejamos unos días
para visitar la ciudad de Madrid.
Es una ciudad preciosa, hemos caminado por sus calles, pasando por la
Cibeles, el Palacio Real y el Paseo del Retiro y más. En nuestro recorrido por
la Puerta del Sol descubrimos que en los cines estaban proyectando Blancanieves, ganadora de San Sebastián.
Nos aventuramos a por las entradas y al
llegar a las salas del Cine Ideal
nos enteramos de que los trabajadores estaban en huelga, ya que la empresa de la
cadena de cines quiere suprimir las boleterías, y obligar a comprar las
entradas en el bar como técnica de marketing, eliminando el puesto de los
taquilleros, charlamos un rato con los muchachos y tomamos el volante que nos
dieron. Luego rumbeamos para otros cines que ellos nos indicaron, donde se
proyectaba la película.
La historia
El cuento de Blancanieves fue
furor este año, ya que con esta, son tres las adaptaciones al cine que se
hicieron en el 2012. Se trata del cuento clásico que todos conocemos pero
ambientado en Sevilla, España en los años 20´. Blancanieves es la hija de Carmen la de Triana, bailaora personaje
tradicional español y un torero matador. El destino hará que la protagonista
quede a cargo de su malvada madrastra. Logrando escapar de esta penosa realidad,
Blancanieves se suma a una compañía
de enanos que hacen un espectáculo circense mientras es perseguida
implacablemente por su madrastra.
El relato
La película está filmada en blanco y negro y es muda, una apuesta que
Pablo Berger llevó adelante desde el 2006 anticipándose a El artista (Hazanavicius, 2012), al igual que esta resulta un
homenaje al cine que permite disfrutar del lenguaje cinematográfico con las
herramientas del oficio en sus épocas pioneras.
La música flamenca acompaña de forma diegética que se hace extradiegética y
viceversa con gran precisión y combinada con un trabajo de montaje que anticipa
los sucesos a golpe de palmas. La calidad silente de la película es algo mentirosa
ya que en más de una oportunidad nos encontramos con sonido sincrónico que
vuelve más fluidas ciertas situaciones.
Se destaca particularmente en la escena de Blancanieves con su abuela (Ángela
Molina) con un movimiento de cámara en 360º alrededor del baile flamenco en la
comunión de la niña y como desde el montaje se anticipa mediante flashes de
pocos cuadros la acción que sucederá a continuación. En más de una oportunidad
se introducen cuadros aislados con imágenes simbólicas como por ejemplo una calavera
para anticipar los momentos de muerte.
La puesta en escena es preciosa, la plaza de toros a pleno sol, los palcos
, los abanicos, las mujeres vestidas de negro con velos que tapan la cara, el
traje del torero son todos elemento absolutamente barrocos que se lucen sin
problema en las gamas de grises y sus contrastes.
Los encuadres son elaborados y narrativos como corresponde a la tradición
del cine mudo en el cual la imagen lleva sobre sus espaldas el peso de “contar”
la historia. Abundan también otros
recursos como las sobre impresiones, sobre todo cuando Blancanieves recuerda a
alguno de sus progenitores.
El elenco es de primera, el torero y
padre de Blancanieves es interpretado
por Daniel Gimenez Cacho el asesino de Profundo
Carmesí (Ripstein, 1992) o el cura de La
mala educación (Almodovar,2002) un actor de raza, tan versátil como un camaleón. La madre, Carmen la de Triana,
encarnada por Inma Cuesta una actriz que no para de trabajar desde protagónico
en la serie televisiva Amar en tiempos
revueltos hasta la mujer de un policía en el thriller Grupo 7 (Rodriguez,2012). La malvada es Maribel Verdú que lleva
adelante un papel magnífico y de quien también conocemos su trayectoria
polifacética desde Belle Epoque
(Trueba,1992) hasta El laberinto del fauno (Del toro,2006 ). Este despliegue se
completa con la flamante actuación de Macarena García que se llevó el palmar a
la mejor actriz en San Sebastián y nada menos que la gran estrella Ángela
Molina en el rol de la abuela.
Es inevitable destacar la participación de los enanos toreros que
representan una propuesta original y muy acertada. Especialmente Emilio Gavira
como Jesusín, reconocido por el público, por su participación en El milagro de P. Tinto (Fesser, 1998)
y Sergio Dorado como Rafita, personaje rupturista debido a su relación para con
Blancanieves.
Es muy interesante la propuesta de una Blancanieves torera que lleva en la
sangre la estirpe taurina y tiene presente las indicaciones de su padre para
torear. La subtrama que involucra a las tres generaciones de mujeres, la abuela,
la madre bailaoras y la hija torera es
una apuesta que enriquece el relato, ya que trabaja con un corrimiento que
desafía al género y pone torera en lugar de bailaora.
Otro de los hallazgos del relato es la resolución de la historia de amor, que
tiene un giro que trasgrede la norma del cuento tradicional y nos da un gran
final alejado de lo esperado en una historia conocida por todos.
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