lunes, 21 de enero de 2019

No habrá final feliz


Roma (Cuarón, 2018) Estreno en Netflix y un circuito limitado de cines

Alfonso Cuarón es un director mexicano que llegó a las grandes ligas, ganó el oscar mejor película en el 2014 por Gravedad. Este es su momento y con esta película se da el gusto de hacer la dirección, el guión, la edición y la fotografía. Situada en méxico de finales de los 60´ y con claras pinceladas de referencia personal, se cuenta la historia de una chica, Cleo, que trabaja como empleada doméstica en una casa de familia de clase alta en el barrio Roma del DF.


Podemos pensar que Cuarón cuenta en blanco y negro la historia de su infancia y nos deleita con planos de neorrealismo en clave latinoamericana, haciendo gala de contraluces y filtros hermosísimos en las terrazas del barrio Roma donde todas las empleadas domésticas lavan y tienden la ropa. Su modo de contar no llega a ser la pornografía de la tristeza y la desesperanza de las películas de Iñarratu como Amores Perros o Biutifull ni la crudeza y la sordidez de films de Ripstein como La mujer del puerto o Principio y fin. Se mantiene en una línea que conserva un poco de ternura podríamos decir, con un lugar para la esperanza.

La protagonista Cleo, es interpretada por Yalitza Aparicio, una actriz morena de ascendencia originaria que contó en declaraciones a la prensa que nunca veía en la pantalla mujeres como ella y que eso le hacía muy difícil imaginarse actuando. Lanzada al estrellato por el éxito de la película muchos medios se envalentonaron en declarar un cambio de paradigma de la belleza en el cine mexicano y cantar loas a la apertura y a la deconstrucción. La verdad es que al margen de actuar muy bien, Yalitza fue elegida porque cubría el phisique du role de empleada de provincias que trabaja en la capital. Esperaremos para decretar un verdadero cambio inclusivo para cuando veamos chicas como ella protagonizando una telenovela o una comedia romántica.  



La historia comienza con el derrumbe de la familia para la que Cleo trabaja, el padre los abandona sin dejar en claro si se va para siempre, hay momentos de desesperanza pero se pueden volver a organizar gracias a las mujeres. Cleo vive un breve encuentro amoroso producto del cual quedará embarazada. Es muy difícil para una chica que empieza a trabajar de muy joven como empleada en una casa, sin estudiar ni tener vida social, que pueda tener acierto en cuanto a una pareja. Fermín la invita a salir, es un conocido del novio de Adela, otra de las empleadas de la casa. Cleo pasa de ser aniñada y compañera de los nenes con quienes juega, incluso juega carreras con Adela, a salir con un chico y quedar embarazada.

Los personajes masculinos son todos miserables, desde el Sr. Antonio padre de familia y médico quien abandona a su familia de un día para otro hasta  Fermín que es un pibe de pueblo y escapa cobardemente al enterarse que Cleo está embarazada y no se priva de maltratarla cuando esta le pide colaboración. Son las mujeres, de todas las clases sociales, con sus imperfecciones y mezquindades las que apechugan, se solidarizan y sacan la vida adelante.Es quizá la maldición de Malinche que sigue vigente aún en la cultura mexicana.


La película narra tangencialmente la “matanza de tlatelolco” en la cual grupos paramilitares financiados por el gobierno y entrenados por un luchador de catch que tenía un programa de tv,  reprimieron y asesinaron a manifestantes estudiantiles días previos a los Juegos Olímpicos en México 1968. La película es muy poco indulgente para quien no conoce este hecho histórico, no explica nada, sin duda muchos espectadores interpretarán la escena de la mueblería como un vulgar robo. Para quienes quieran indagar sobre este increíble suceso (México es un país al filo de la realidad)  y su marco histórico les recomendamos la excelente novela de Paco Taibo II, No habrá final feliz, título mexicano por excelencia.

Volviendo al film, se trata de un relato de mujeres, en una sociedad brutalmente clasista presente en toda latinoamérica y atemperada en Argentina donde igualó el peronismo y logró atenuar esa diferencia de clases tajante y rajante. La diferencia patrón servidumbre es sin medias tintas, ni hablar de sindicatos no casualmente los sirvientes son todo el tiempo igualados a los perros por el director.


Mención aparte para el  virtuosismo técnico y la bella fotografía en blanco y negro. Lleno de extensos travelings laterales que muestran una reconstrucción de época minuciosa hasta el delirio y que será un deleite para los mexicanos que vivieron aquellos años y recorrieron esas calles, cines y negocios.

Lo que salva a la película de ser un  ejercicio absoluto de introspección es que se cuenta una historia. Hay un arco en el personaje de Cleo, medido y de pocas palabras como el personaje. Ella avanza, cambia y eso salva a la película y le tira una soga a un público más masivo, aunque claramente este no es el destinatario final de la película. Cuarón filmó esta película para Cuarón.

La veo o no la veo

La película no es ni la joya que te va a tocar el alma ni el bodrio que te va a dormir en 15 minutos como retratan de forma extremista muchas críticas y comentarios en las redes. Es una película particular, dura por momentos, costumbrista y contemplativa. Hay que verla predispuesto y sabiendo lo que se va a ver, una película de ribetes autobiográficos y desarrollo autoral sin contemplaciones al espectador.  Espectador prevenido, vale por dos.

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