viernes, 28 de junio de 2019

Coca, deseada inmortal


Isabel Sarli, ícono de la cinematografía nacional, imprimió un estilo propio y absolutamente popular caracterizado por incluir el desnudo para de esta manera establecer un nuevo estereotipo de mujer que pone en primer plano la sensualidad. 



Esta figura es la que representa los atributos de la mujer latina: curvas, cabellera indomable y desnudo sin prejuicios. Porque su silueta bañándose en las cataratas del Iguazú y su caminar en la selva son una marca indeleble en la memoria popular. Y esta imagen femenina acompañada de las fascinantes locaciones de la selva misionera, paraguaya y brasilera construyen un clásico que trasciende las fronteras. La dupla Sarli-Bo se animó como nadie a filmar en estas locaciones, aún cuando los recursos tecnológicos eran bastante adversos, las cámaras y artefactos muy pesados y enormes para estarlos arrastrando fuera de los estudios, un fresnel enchufado entre la maleza directamente y las escenas logradas son maravillosas.


Los mitos del El pombero y la Flor del Irupé están presentes en la filmografía dando forma e imagen a leyendas que se cuentan de boca en boca y se comparten con Paraguay y Brasil.


La Coca fue productora y cabeza de compañía junto con Armando Bo, se encargaba de coordinar los caterings, era también quien se hacía cargo de la comunicación ya que Armando no hablaba inglés ni nunca le interesó, era ella la embajadora cuando se trataba de una producción extranjera.




El patriarcado es cruel y siempre intenta poner a la mujer en un lugar inferior, o desmerecer lo más posible sus cualidades sobre todo frente a semejante hembra, se incomoda y rápidamente ataca con insultos o descalificativos del tenor de era bonita y sexi pero tonta, Coca no era ninguna tonta, y fue una mujer excepcional con su voluptuosidad y su inteligencia creando cine erótico único en nuestra pantalla y el mundo. Coca, deseada inmortal.



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