domingo, 7 de octubre de 2012

SITGES Día 2


Debido a que nos alojamos en Barcelona debemos realizar un viaje considerable para llegar a Sitges. Subte y doble combinación de tren. Si bien el viaje demora menos de una hora hay que estar bien despierto para no errarle a algún trasbordo.

Una vez en Sitges nos entretuvimos recorriendo el pueblo para hacer tiempo hasta la primera película que teníamos que ver. Dando vueltas llegamos hasta un caminito que nos llevo a una playita medio oculta que nos deparaba una sorpresa. Sitges ha tomado hace años una decisión comercial para diferenciarse de los balnearios vecinos, se convirtió en una playa gay. De aquí que en nuestra distracción nos topáramos con una playa nudista repleta de señores muy mayores (65 años de edad promedio) bamboleando sus partes y bañándose despreocupadamente. Enfilamos en dirección contraria tratando de no salir corriendo y decidimos que ya era un buen momento para ir yendo para el cine. 


En este día nos apuntamos a dos películas, la primera parte es Gangs of Wasseypur, una épica película de mafias hindú la cual reseñaremos luego de ver su segunda parte el día de mañana, y la otra es la película coreana Doomsday Book. 

Las dos películas se proyectaron una a continuación de la otra en la sala Retiro. Descubrimos con agrado que hay baños dentro de la sala, un excepcional detalle de confort si uno se va a pasar toda una tarde adentro de un cine.

Al salir nos dimos cuenta que el tren para volver pasaba recién a la 1:30 de la mañana por lo cual nos quedamos a cenar y hacer tiempo en la ciudad. El tren de la 1:30 es un servicio especial agregado para el festival que lleva a la gente directamente a Barcelona, todo un contingente distinguible de remeras negras y cabellos teñidos o rapados en parte desplegando un variopinto estilo de especimenes que únicamente pueden venir de ver pelis del festival. Lamentablente no pudimos tomar el subte a la vuelta y debimos volver dolorosamente en taxi. Cosas que suceden.

A descansar pues mañana toca otro arduo día festivalero y en Sitges uno nunca sabe lo que va a encontrar a la vuelta de la esquina.

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