sábado, 27 de octubre de 2012

UNASUR: Infancia clandestina (Benjamín Ávila, 2012)

Amar en tiempos violentos


La previa


Antes de la proyección en Unasur Cine y de su estreno comercial, tuvimos la posibilidad de realizar la avant premier de Infancia Clandestina en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. 
Estuvieron presentes el director Benjamín Ávila y el productor Luis Puenzo, con quienes se realizó un debate al final de la película junto a los estudiantes de distintas carreras artísticas de la UBA, así como también del IUNA. 
La película ganó el primer premio al Mejor Largometraje de Ficción en Unasur Cine, y actualmente esta preseleccionada para el Oscar.



La historia


Juan es un niño de 12 años hijo de padres  que pertenecen a la organización Montoneros que regresan a Argentina para emprender la contraofensiva contra el gobierno militar. 
Mientras que en su nueva casa vislumbra el entrenamiento, el manejo de armas y los escondites, afuera deberá ocultar su identidad y sostener un nombre y origen distinto frente a sus amigos del colegio y sus maestros. 
Todo este esfuerzo de la clandestinidad es extremado desde el momento en que Juan se enamora María y desde que se van multiplicando las muertes de los compañeros de sus padres. 


El relato


Tomando como referencia un suceso real, Benjamín Ávila construye una ficción desde una mirada original y nunca antes planteada en la historia de la cinematografía argentina sobre la dictadura militar más sangrienta de la historia del país. La misma consiste en narrar los acontecimientos desde el punto de vista de un niño de 12 años.

Las escenas se construyen básicamente mediante dos tipos de planos que describen, por un lado, la vivencia familiar y por el otro, la vida en sociedad, es decir, cuando Juan asiste a la escuela. 

Los planos al interior de la casa se componen de una figura principal y una de fondo, donde vemos que el niño observa sin ser visto, el entrenamiento, las reuniones y las conversaciones de sus familiares. Los planos en exteriores se componen desde diversos ángulos, ya sean tomas en contrapicado del patio de la escuela y del aula, planos generales del campamento y del parque de diversiones, hasta el recurso plano-contraplano para los acercamientos entre Juan y María y para las charlas de cuarto con su tío. 

La década del ‘70 está bien recreada desde el vestuario, los peinados y la dirección de arte. Y es excelente el trabajo de iluminación y la fotografía, que logran crear una atmósfera de quietud que va bien con la clandestinidad de la familia, aunque en verdad es una serenidad siniestra, similar a la de una bomba que está a punto de estallar.

La violencia implícita de la historia está resuelta a través de dos elementos. Las escenas de secuestros son contadas con animaciones similares a los cómics, acompañadas por un sonido que pareciera estar tomado de la escena en directo. Y en segundo lugar, las muertes son relatadas en los diálogos de los personajes.

Las interpretaciones de los actores en general son muy buenas. Teo Gutierrez Moreno sorprende por la expresividad que le da Juan. El personaje de Ernesto Alterio, el tío solterón, canchero y algo infantil, tiene mucha frescura y descomprime un relato de por sí doloroso e incómodo. Natalia Oreiro en el rol de la madre de Juan lleva adelante  la escena más violenta de la película, una discusión con su madre encarnada por Cristina Banegas que da cuenta de la situación límite por la que tuvieron que pasar las familias militantes en su paso a la clandestinidad. 

Se han realizado más de ciento cincuenta películas en la Argentina que hablan de la última y sangrienta dictadura militar, hechos tan atroces marcados por el terrorismo de estado, hacen que no se pueda dejar de intentar inscribir huellas, marcas del dolor que atravesó la sociedad argentina. El rescate permanente de la memoria y el cumplimiento de la justicia son deudas que se están llevando acabo en nuestro presente.

¡Compañeros desaparecidos presentes! ¡Ahora y siempre!

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