miércoles, 28 de noviembre de 2012

Reseña Rowdy Rathore (Prabhu Deva, 2012, sección: Sentidos del Humor)

Rathore, Vikram Rathore


La previa


Con la enorme cantidad de películas que hay en el festival, seleccionar es bastante difícil y muchas veces por no perderse de algo uno elige varias funciones una detrás de otra. Este fue uno de esos días. Realmente antes de entrar a la enorme y majestuosa sala Astor Piazzola del Auditorium, no hicimos más que caminar las 6 o 7 cuadras que lo separan del Ambassador, donde habíamos visto el film anterior. Compramos alguna golosina en un quiosco de pasada e ingresamos a la sala. La ventaja del Auditorium es que tienes casi mil localidades, lo que significa que incluso llegando tarde hay grandes posibilidades de obtener una buena ubicación, la desventaja es que como cualquier teatro devenido en cine, las butacas están todas a la misma altura, lo que deriva en problemas para leer los subtítulos si se sienta alguien alto delante. Igualmente llegamos sin mayores retrasos, así que nos sentamos y esperamos a que comenzara la función.


La historia


Shiva es un ladrón y estafador, que promete encarrilar su vida a su enamorada, las cosas se complican cuando aparece una niña que cree que él es Vikram Rathore, su padre, al igual que una banda de delincuentes que juran matarlo.



El relato


Rowdy Rathore (Rathore el camorrero) es una de las películas más taquilleras de Bollywood, y puedo entender por qué. Desde el comienzo el film se presenta como algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados, tiene la frescura de lo nuevo para los que no vieron nunca cine indio. Los colores estridentes salen de la pantalla, y no escatima en efectos especiales que, además, son de lo más diversos. 

Nunca una película había puesto en acción tantos elementos de puesta en escena y efectos especiales para cada una de las situaciones del relato. El enamoramiento de Shiva y Neeraja está contado con, al menos, tres escenas musicales. Los protagonistas cantan y bailan en escenarios coloridos y multitudinarios, y las coreografías fueron creadas por el mismo director de la película, Prabhu Deva, que por supuesto es coreógrafo. Los fondos escenográficos incluyen paisajes naturales,  el vestuario estridente y los pasitos transmiten alegría hasta a las estructuras más antiguas de color tierra. Tanto los interiores como los exteriores están hermosamante adornados, son pomposos y recargados de color, textura y brillo.

Los personajes, además de ser excelentes bailarines, acompañan esta comedia con actuaciones fantásticas y están a la altura de la dinámica del relato. Akshay Kumar es carismático hasta la médula, interpreta primero a un estafador, y se desempeña con pasión tanto en ese rol, como cuando se calza el uniforme para interpretar a Vikram, un oficial que hace lo que dice y no teme a nadie. También sabe ser un seductor, la expresividad de su rostro y el gesto confiado al caminar o bailar, lo coronan como un galán universal. Hasta tiene su lado tierno en las escenas donde hace de padre de la niña. La co-protagonista Sonakshi Sinha es sin dudas una femme fatal que brilla en cada uno de los planos en los que aparece.

Además de la comedia, esta película tiene acción y de la buena. Como decíamos, no faltan los efectos especiales y los encuadres abarcan todos los puntos de vista posibles. Además de las artes marciales, hay efectos de slow-mo que hacen épicas las escenas en que Rathore el camorrero realiza la venganza y hace justicia. Además hay explosiones múltiples, grandes masas de actores en escena, todo lo que Bollywood puede dar está aquí.

En medio de la película, un espectador se levanta para retirarse mientras comenta que esta película no le interesa porque le falta “la crítica social”. Sin darse cuenta que en realidad la historia de la película recorre temas como la violencia institucional (o la ausencia de la misma), el abuso de poder, el necesario despertar social ante la opresión, hasta la necesaria transformación de un hombre que abandona una vida egoísta y criminal para formar pareja y formar una familia haciéndose cargo de una niña huérfana. Claramente, Rowdy Rathore es una fiesta audiovisual que puede alterar algunos sentidos y provocar emociones diversas, y mientras algunos se ofenden de tanta alegría cinematográfica, otros salimos bailando de la sala haciendo el pasito del personaje.

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